Nació. Años atrás, no sé cuántos. Creció, vivió bien. Nunca le faltó comida ni ropa, tampoco le sobraba. Fue un chico normal. No sobresalía en nada, sus notas eran las mismas que casi todos los niños, a veces salía con alguna buena nota, cosa que no producía mayor revuelo en su casa. Le gustaban algunas chicas, no muy lindas, sabía que las más lindas eran para los más grandes. Se llamaba Gastón. Aprendió a andar en bicicleta a los 6 años, cosa extraña, nunca se cayó. Nadie se percató de eso; tres hermanos ya se habían caído lo suficiente de la bicicleta como para que sus padres se preocuparan especialmente de él. Esa navidad recibió su primera bicicleta, regalo obligado de todos los chicos a esa edad. Salió a la calle y le gustó la nueva perspectiva en movimiento. Hasta ese momento sólo había compartido con otros chicos de la cuadra, pero no había descubierto este fascinante mundo constantemente en movimiento. Gastón era un chico absolutamente normal. Tenía 10 años y estaba en el campo, bajo un árbol, la puesta de sol. Dio su primer beso. Ella se llamaba Francisca. Su pelo era castaño, su piel clara y sus ojos eran almendrados, ligeramente verdes. Era una chica linda. Gastón volvió corriendo a la gran casona y con una gran sonrisa abrazó a su mamá. Ella pensó que debía ser el aire, que los hace comportarse tan extraños.
Su hermano mayor estaba en la universidad, hacía maquetas. Al menos eso entendía Gastón. Le gustaba mirarla e imaginarse en ella, diminuto, protegido por el frágil cartón corrugado, echado en la caja de fósforos que ahí oficiaba de cama. Alguna vez en la mesa dijo que él quería hacer maquetas para grandes, para gente como nosotros, no para hormigas. Lo miraron un momento, ese día estaban todos cansados. Gastón era un niño normal. Cuando tenía 14 años fue a su primera fiesta, le daba vergüenza bailar, pero tuvo que hacerlo porque una amiga lo obligó. No lo hacía tan mal, pero los chicos más grandes se rieron de él. Ese día probó el cigarro, no le gustó, como a la mayoría de los chicos normales. Su adolescencia fue feliz. Salía con sus pocos amigos, escuchaba música, a veces leía. Le gustaba Edgar Allan Poe. Muchas veces leyó a García Márquez. Su libro favorito era ‘El Señor de los Anillos’. En el colegio lo pasaba bien, jugaba fútbol en los recreos, conversaba con las chicas y le gustaba mirarlas. Más de alguna vez espió en los camarines de niñas. Julieta era la más linda. No era tonta, como las demás, no le gustaban los más grandes. Le gustaba Gastón. Fue su primera novia; un día, muy nervioso, le preguntó si no le molestaba salir con él. Julieta aceptó encantada, fue su primera cita. Luego de dos semanas ya habían formalizado su relación. Cuando lo dijo en la mesa, papá le preguntó si era linda. Respondió de una forma muy boba, pero dijo que si, que era muy linda. Un día la invitaron a almorzar, lo que también aceptó encantada. Su hermano mayor ya estaba casado y la esposa de él le agradaba de sobremanera a Gastón. El otro hermano estaba solo, su novia estaba en el extranjero. Su hermana tenía 18, había terminado con su novio un par de meses antes, ahora se veía muy feliz y repuesta. Su hermano más pequeño era un poco distraído, no se daba por enterado. Así creció Gastón. Su relación duró 2 años, mucho tiempo para unos adolescentes, pero así fue. Luego creció, cumplió 18, entró a la universidad sin problemas. Estudió leyes. Su paso por la universidad fue extrañamente célebre. Era muy buen alumno; sus notas en la enseñanza media subieron considerablemente, lo que le ayudó a entrar a estudiar leyes. En la universidad era uno de los mejores alumnos, pero siempre pasaba desapercibido para los grandes premios. No así con alguno que otro profesor. Su profesor de Derecho Romano compartía el gusto por la literatura con Gastón. Un día el profesor llegó con un viejísimo tomo de los cuentos completos de Poe, ese que había traducido Cortázar. Gastón volvió sonriendo a su casa. Tiempo después dejó su casa. Vivió en un departamento, en el centro. Caminando por un parque, vio a Julieta con un perro. Tenía la misma cara de siempre, y el dálmata le daba un aire de niña buena que conmovió a Gastón. Se acercó y le habló. Tiempo después ella se mudó a vivir con él. Gastón tenía ahora un empleo estable, vivía bien, tenía planes de matrimonio, amaba a Julieta. En fin, Gastón seguía siendo un chico normal.
Me gustó cómo está narrado. Encontré que es el cuento más ágil escrito por ti. Lo leí de corrido... Yo nunca leo las cosas de corrido...
ResponderEliminarNunca olvidaré que al abrir tu blog escuché esa música infernal otra vez... Voy a necesitar terapia xD.-
Al igual que tú, me encariñé mucho con Gastón. Muy bueno el cuento, realmente es como si uno estubiera viendo la vida de este personaje. Lo otro ya te lo dije xD. Me gustó! Adiós :)
ResponderEliminarwn , qe bcn final feliz :DD , pero pq habia terminado cn julieta , nunca supe :( , me mantuvo atada leyendo , ta weno weno
ResponderEliminarsoi la flavia porsia laksjlkajs
ResponderEliminarmuy bueno, me gusto como se cuenta, no me aburrio y eso es mucho decir.
ResponderEliminarvi tu texto en artefactoaparte y me encanto. genial...
me gustó la historia de Gastón, sentí que en dos minutos supe su resumen de vida. jaja. (:
ResponderEliminarNunca terminas de sorprenderme,Me gusto mucho
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